lunes, 16 de mayo de 2016

La comida más rica que he comido

¿Quién no ha probado chisporroteantes cortes de carne, suculentos de grasa y sangre?, o platones repletos de frutos del mar formando un fresco ceviche, donde el salado ponto hace juego con el fresco picante del chile habanero, ¿qué tal las exuberantes cazuelas en las comidas familiares?, dependiendo de la ocasión o temporada, tendremos romeritos con dulce mole que contrasta en las tortitas de camarón, o la cochinita pibil casera, macerada de verdad y fragante de ácida naranja, ¿o un pavo, una pierna, cocidos en horno de estufa durante horas? ¿Qué tal la comida internacional?, una agridulce carne de puerco al estilo chino, o el sutil sabor del sushi bien preparado, o quizás el fuerte sabor de carne y leguminosas de la comida árabe, acompañada de un fresco y  agrio jocoque. Sí, todos hemos comido grandes y opulentos platos, ya sea estando de vacaciones, en comidas empresariales o familiares, cenas conmemorativas en caros restaurantes y situaciones al uso.


En el invierno del 97 conocí el mar en Acapulco, viajamos en auto particular y nos quedamos en la casa de un amigo que tenía familia en el puerto. En el viaje de regreso aprovechamos para conocer el estado de Guerrero y recorrimos buena cantidad de pueblos que estaban regados por toda la sierra, desde la carretera se podían ver las comunidades, a un lado de una curva, en lo alto de un cerro, o en la hondonada entre dos cumbres; casas pintadas de blanco, coronadas de tejas de barro, azoteas erizadas de varillas; gente y perros durmiendo tranquilamente, junto a la puerta de sus casas. Conocí muchos lugares, pero recuerdo en particular Chilpancingo y una localidad llamada Tepoztlan (o Tepozotlan, como el popular lugar al norte del DF) que se especializaba en hornear pan. En todas las calles del pueblo se respiraba un aire tibio con olor a pan recién horneado.

Dibujo propio realizado para conmemorar el viaje
a Acapulco de 1998

Continuando el viaje, el amigo que tenía familia en Acapulco se acordó de un amigo suyo que vivía en una comunidad cercana; nos dirigimos hacia allá y tanteando de calle en calle, preguntando a gente del pueblo llegamos a una casa, y aunque todavía se acercó dudando ahí estaba su viejo amigo. La historia de este hombre es fascinante, trabajó durante años cantando, acompañado de su guitarra, en los camiones de turistas en Tijuana y le tocó estar el día del asesinato de Colosio, incluso tenía una historia sobre el tema, ya saben, la verdadera historia.

La verdadera historia...

El caso es que llegó la hora de la comida, y el amigo, obviamente sin saber que iríamos, nos ofreció lo que tenía a la mano: frijoles refritos, huevos revueltos, salsa, roja, tortillas de maíz hechas a mano y refresco. Los huevos eran tiernitos, pero bien cocidos, con el suficiente aceite; los frijolitos bayos, en su punto medio, sin estar muy aguados o secos; las tortillas, aunque recalentadas, estaban suaves y gorditas; la salsa roja, martajada, picosa sin ser sofocante; el refresco muy frío y burbujeante. No sé porque, tampoco es que fuera una comida especialmente preparada o sofisticada, ni tampoco el lugar era excepcional; sólo sé que esa es una de las mejores comidas que he tenido en mi vida, la recuerdo particularmente maravillosa.

O como el día que se juntó la comida favorita del pueblo de mis padres
(foto propia)

¿Cuál es la comida más rica que has comido? Seguramente también tendrás una anécdota como yo, pero quizás la comida más rica que hayas comido es la que estás por comer en un rato más. ¿Alguna vez han tenido la garganta tan inflamada que era necesario una pequeña pausa para tan sólo tragar saliva?, ¿o han tenido un absceso bucal tan enllagado que es un tormento abrir la boca aunque sea para tomar agua, y hasta se cierran ligeramente los ojos para hacerlo? Todos hemos pasado por algo similar, y cuando ya no tenemos malestar alguno se nos olvida que hacer algo tan sencillo como masticar puede ser muy complicado.


Aunque "la comida más rica que he comido" es un recuerdo maravilloso, tampoco me he aferrado a él, no comparo vanamente, no digo 'ninguna comida ha sido como esa', no porque esos huevitos con frijoles hayan sido especiales considero que todos los demás huevos con frijoles son malos. A veces vamos por la vida etiquetando todo, encerrando los recuerdos en finas e indestructibles jaulas de palabras, y perdemos la oportunidad de ser conscientes de las nuevas cosas que nos trae la existencia.


En unas horas o minutos tendrás la oportunidad de alimentarte, disfrútalo, sé consciente en cada bocado de todo lo que tuvo que suceder para que tuvieras ese mordisco en la boca; sé consciente de toda la gente que trabajó para hacer crecer esas plantas o animales, toda el agua que los alimentó, todo el sol que los bañó. Sé consciente de los sabores, de las texturas, de la energía que te brindará. Agradece, a quién quieras, pero agradece y sorpréndete. Esa será la comida más rica que hayas comido.


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