jueves, 12 de enero de 2012

Soñé un laberinto de libros

Me gustaría contarle esta historia a Borges, quizás él
sabría hacer algo medianamente trascendente con ella.


Soñé que en los libros del mundo se encontraba una historia oculta, soñé que había pedazos de historias diseminadas que formaban un libro secreto y esa historia estaba en todos los libros, ya fuera que aún tuviera el olor de la tinta recién impresa o un incunable venido directamente de la mano de copistas italianos del siglo XVI.

La historia de este libro expuesto, pero vetado a los ojos de la mayoría de los mortales, estaba en esas narraciones que funcionan de pretexto en una novela, en esas mínimas anécdotas que cruzan un cuento o un poema, en esas pequeñas crónicas que le suceden a un personaje secundario, acaso circunstancial.

La historia no se daba al azar, tampoco era un ejercicio para filólogos; era un orden cósmico, un guiño del diablo o de dios. Para rastrear la historia había que consultar muchos libros siguiendo algo más oscuro que la intuición, acaso un sacerdocio en esta fábula permitiría descubrir algunos hilos de esa historia.

Había algo más en mi sueño: leer la historia secreta implicaba dejar por todos lados montañas de libros abiertos a medio leer como pieles de ovejas sacrificadas, como hojas tabaco secándose al sol. Había que dejar cuentos apenas empezados sobre sillones como si se tratara de pájaros descabezados, localizar párrafos en añejos documentos y dejarlos morir en el suelo como peces aún palpitantes.

Y una vez lograda la exacta sincronía de la historia secreta se ingresaba a otro reino, no sé si del espíritu o físico, pero no había regreso, nunca más se podía salir de ese camino tendido entre un laberinto de libros.

Foto toma de Voces Fragmentarias

miércoles, 11 de enero de 2012

La primera mañana del 2012

No sé que hora era, pero si el venía saliendo supongo que deberían de haber sido algo así como las siete de la mañana. Me levanté, cogí la cámara, la prendí y apreté el obturador.


Todavía estaba medio dormido, pues hasta entonces me di cuenta que la ventana estaba empañada, pero lejos de molestarte apreté el obturador un par de veces más y he aquí el resultado.


Me hubiera gustado que los colores quedaran más vivos, que tuvieran más saturación, y aunque todavía no me queda claro como lograr esto si tengo un par de ideas, pero creo que necesitaba sacar mi tripié, pero, como ya les dije estaba aún medio dormido.

Era la primera mañana del año 2012, sí, sé que ya casi pasó una quincena de eso, pero, ¿acaso no es buen momento para retomar ese impulso que da el año nuevo y aplicarlo a mitad del mes?

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