jueves, 22 de septiembre de 2011

Soundtrack de mi vida. Año 17

1997.  Pink Floyd - Wish you were here

Para entonces me había vuelto a enamorar, ella era una chica extraña, impenetrable, sin demasiados sentimientos, como si su corazón fuera una entidad inexpugnable, se llama Ahn. Creo que ha quedado suficientemente bien en el pasado como para afectarla al decir su nombre. A ella le debo haberme inscrito en el Taller de Creación Literaria, mi primer cuento: El Puente
Sentía en los trazos el calor, el temible e inevitable roce de sus manos que en él prodigaban vida y lo adentraban en ella de un modo íntimo, circunstancia que lo encendía y apenaba. Su estilo lo dejo marcado, puertas y fondos sin fin, islas con mar y palmeras, o al menos esa fue la ventana que quiso abrirle.
Así terminaba ese cuento, hoy lo leo y parece sacado de un libelo de Corin Tellado, ni modo, así es el amor y la adolescencia juntos.

Un día no fue a clases, era viernes, un día que por antonomasia debe ser festivo, de júbilo, pero ya en la última hora, con la pesada certeza de que ese día no la había visto me encaminé al Jardin del Arte, espacio del CCH Sur en donde ese día se presentaban varias bandas de rock amateur, de esas que tocan puros covers. Empezó a llover suavemente, el grupo se despedía, era su última canción: desearía que estuvieras aquí, wish you were here.

Cualquier rocker dice '¿si sabías que esa canción se la compuso un hombre a otro hombre?, bueno sí, todos sabemos la historia del loco brillo de diamante, pero vamos, métanse un puño, no pueden dejar de lado el meta texto cultural de la canción, o sea que huevos, si quiero sentir nostalgia es mi bronca, si ustedes gustan dedicársela a un hombre, pues muy sus gustos.


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