viernes, 26 de agosto de 2011

De senos y dentistas

Tendría menos de doce años, quizás diez. Mi madre me llevaba al dentista en la FES Zaragoza en donde los alumnos de la carrera de Odontología comienzan a practicar con aquél que se presente.

Mi doctora era un chica, en ese entonces me parecía mucho mayor, aunque en retrospectiva quizás no tuviera más de 23 años. Era rubia, de piel muy blanca y algo llenita, lo justo para resaltar sus curvas, pero era un chica sencilla, muy amable.

Siempre he odiado el sonido del taladro de dentista y esa tarde era particularmente molesto, además de doloroso. De pronto, en un instante que respingué por el dolor y me levanté un poco de la silla: vi el tierno nacimiento de su escote.

No fue nada, apenas durante un instante vi ese punto en que los senos de una mujer se unen formando una línea.

Este es uno de mis primero recuerdos eróticos. Después de eso fui un paciente muy paciente, jamás volví a moverme de mi lugar, siempre esperando ver otra vez ese secreto espacio, nunca más ocurrió.


miércoles, 24 de agosto de 2011

Se acaba

Entonces ellos rompieron la huelga y, extraordinariamente sólo así pude acercarme más a ti. Antes sólo supe acumular noches de soledad, imaginándote, a pesar mío, con él, pero no quiere hablar de él, en estas líneas sólo tú y yo debemos estar presentes, ésta literatura es sólo nuestra.

Esa mañana es de esos momentos que permanecen cincelados en la esencia de uno: y cuando digo cincelados es que verdaderamente abren líneas en tu piel como si de una piedra se tratase. No olvidaré el timbre del teléfono presintiendo que llamaba anunciando la toma de las instalaciones, no contesté yo, pero el frío del piso se hizo daga en mis pies y el aire se resistió a entrar normalmente en mis pulmones, constaté mi presentimiento. Nada podía hacer más que terminar de prepararme para salir, de todos modos iba ir hacia allá.

Primero te hablé a ti estabas dormida y la noticia te quitó todo rastro de sopor, yo no pude decirte que tenía miedo; el coraje lo adivinaste y obviaste por mi voz; no pude decirte que te necesitaba, mis mejores amigos estaban ahí dentro y ahora estaban a disposición del Estado; tampoco pude decirte que te quería y pedir que te cuidaras, pero rogué porque estuvieras a salvo durante ese día. No sabíamos hasta donde iban a llegar, la sombra del 68 se paseaba cerca de mí, y temía que nos buscaran en nuestras casas.


Dicen: Colosio I

Nueva sección: Dicen.

Todas esas historias que hemos oído, que todo mundo asegura son ciertas, ¿tienes alguna? Cuéntamela y la publicamos.
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Dicen que cuando Mario Aburto mató a Colosio inmediatamente se lo llevaron a un taller mecánico de la zona, ahí fue traicionado por el alto mando, lo mataron. Ahí ya tenían listo al otro Mario Aburto, e inmediatamente se lo llevaron para presentarlo a los medios.

Esto me lo contó un chico que conocí en Zumpango, Guerrero, que trabajaba cantando canciones en autobuses turísticos en Tijuana (y según él le iba mejor que si tuviera un doctorado) y que conocía el dueño de dicho taller mecánico. Pero es secreto, así que shhhhh.

Imagen toma de Sacatraposmenos


martes, 23 de agosto de 2011

Ya no hay gente como ella

Municipio de Nezahualcoyotl, Avenida Texcoco (limite con el Distrito Federal), década de los ochenta, tormenta de verano por la noche.

No recuerdo de donde veníamos mis padres, mi hermana y yo (quizás del centro de la ciudad) pero estábamos muy cansados y llovía mucho, tanto que casi no se veía, así que ni siquiera podíamos saber si el transporte que nos llevaba a la casa se acercaba o estaba pasando.

De pronto se detuvo un carro, era gris y muy elegante. Una ventanilla se bajó y alguien charló con mi padre, él consultó con mi madre, nos voltearon a ver, luego se miraron entre sí y acto seguido abrieron las puertas y entramos al auto.

Mi madre, mi hermana y yo nos sentamos en los asientos traseros, había muchas cosas, libros y hojas. El conductor era una chica rubia de cabello corto, el interior del auto olía muy bien.

Nunca entendí exactamente que pasó, años después les pregunté a mis padres sobre la anécdota, me dijeron que  ella era una abogada, no era conocida nuestra, simplemente al vernos bajo la lluvia nos ofreció su ayuda desinteresada. Eso es todo.

Ya no hay gente como ella.

Imagen tomada de Las Estaciones y los Días

sábado, 20 de agosto de 2011

Petite Suite. Terror VIII

Has salido muy tarde del trabajo, justo cuando la tarde comienza a ceder, apenas subes al bus que te acerca a tu casa la noche cae en la ciudad, pesada, casi espesa. Llegas a la esquina que te es familiar, desciendes, y como siempre, tienes que andar un par de cuadras caminando junto al parque que termina casi junto a tu casa. 

Es curioso, pero notas que la colonia está muy tranquila, tanto que parece haber un zumbido en el aire, tanto que hasta parece que puedes oír el sonido del pasto rozando entre sí. Llegas cansado y te duelen los pies, sobre todo por los últimos metros porque pisaste una maldita piedra. Al llegar a tu habitación te descalzas y miras la suela de tus zapatos, encuentras un hombre diminuto apachurrado y embarrado en ella.

Foto tomada De lo que pasa siempre

Vea las demás Pettie Suite de Terror

viernes, 19 de agosto de 2011

Entonces me erigí como tu gurú - Novela El Hedor

Hace muchos escribí una novela, estaba dolido y por eso la escribí; aunque a decir verdad nunca la terminé, cayó en el olvido de un librero. Alguna vez he releído pasajes y no me han parecido tan despreciables, así que como novedad de este año publicaré dicha novela en el blog.

Se llama El Hedor. Obviamente está inspirada en mi vida, pero en una vida tan lejana ya, y cuyos personajes han cambiado por completo, incluso desconozco su paradero, así que no hará daño, como sea de todos modos cambiaré cualquier fragmento que de pie a elucubraciones e interpretaciones personales.

Esta entrada es el que corresponde a ayer, pero hoy repongo con otra entrada en la noche, un capítulo más de su tan gustada sección Pettite Suite.

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Entonces me erigí como tu gurú, como un guía, yo en medio de la noche como un faro inextinguible, llamándote a la orilla segura, al lado seguro, donde todo era pies secos y música de marimbas. No se como fue eso, sólo se un día estaba viendo la televisión, mis padres ya habían terminado de comer, nuevamente la mesa estaba limpia, escombrada. La tarde en pleno en la calle, tarde de sábado, vacías las calles, las casas y los patios llenos de familias, como la mía, reunidas, los niños jugando, ensayando, solitarios.

Había un programa que cada sábado pasaban, era de boleros, se llamaba Un poco más..., a mí me gustaba ese programa, siempre me a gustado esa música, razón por la cual siempre me veía lejano a los gustos musicales de mi generación,  y por lo tanto me mantenía lejano a mi generación; el caso es que la emisión de ese día estaba dedicada a la música de marimba, entonces pasaban los grandes éxitos de los 30’s y 40’s, escuchábamos un Lara en marimba, lo mismo un Curiel, a mi madre siempre le dio cierto orgullo que a mí me gustara esa música, yo me sentía alagado, quizá por eso me gustaba más, en fin, que esa marimba me trajo reminiscencias de otros días, anhelos; era como sentir una ventaja anticipada, yo estaba seguro que eso no le pasaba a nadie de mi generación, yo sentía ese sentimiento era privativo de mi, y así como ocurría con la música me pasaba con otras cosas, la literatura por ejemplo, pero sobre todo con las ideas, con los pensamientos.

Por ese entones era el precursor de una filosofía, de un orden de ideas que apuntalaban mis dudas hasta desaparecerlas, era como redactar enfebrecidamente una serie de evangelios, una serie de leyes eternas, era en pleno la construcción del andamiaje que iba a ser yo en otra época posterior. Inefable arquitecto era, era. Inevitablemente esa seguridad se iba fundiendo en fama, mis compañeros menos adelantados en esto venían a pedirme consejo, venían a contarme sus cosas esperando oír una palabra que sirviera de faro, yo decía mis palabras seguras, imponentes, usaba, sin saberlo, la mayéutica, iba generando preguntas, daba respuestas, las negaba, construía, destruía, emitía juicios.

¿Cómo no ibas a escogerme como guía, como gurú y consejero? Tú, que ni siquiera contabas con un diccionario (lo que tiene ahora carece de la sección completa de las palabras con la letra "a", y de la "u" a la "z". una desgracia total -solo a mi me pasan estas cosas). Cuando me enviste ese mensaje creí percibir un problema metafísico, de otro orden, creí que al referirte a la falta de las sección de la A estabas indicándome que carecías de los conceptos que empezaban con dicha letra, así me imaginé que no sabías lo que era el amor por que no lo conocías, y entonces a mí, en fin.

Al leer tu mensaje sentí un escalofrió, sentí que me estabas delegando tu vida, sentí que te estabas entregando a mis manos forjadoras, sentí que aceptabas que te hiciera como deberías ser, como yo creía que deberías ser. Me dijiste gurú, pero me dijiste gurú hasta que preguntaste que era esa persona que es un vidente y que está ahí para dirigir, para ser un guía, yo de te dije eso era un gurú, y mientras me mirabas con esos grandes ojos tuyos me decías, como deleitando la palabra: gurú, gurú, si no me llamaste maestro es por que en ese entonces te creías anarquista y no podías estar de acuerdo a las instituciones occidentales, quizá por eso elegiste decirme gurú y no maestro. Gurú, recuerda que eres mi gurú…, pero no era cierto, no del todo, ¿cómo dejar de lado la maldita inercia al equilibrio?

Ahí mismo, en ese mensaje dejabas en claro como iba ser todo esto. Si bien me decías era tu gurú, me lo decías dentro de las líneas que interrumpían, respondían, y a su modo corregían un mensaje que te había enviado yo, y ahí casi al final, corregías tu nombre escrito por mí, decías que Carla no se escribía Karla, y ahí, en esa sola C que me faltó estaba cifrada la historia nuestra, no importaba que yo te guiara, tu siempre serías ella.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Un día con mi comida favorita

No es un misterio mis orígenes indígenas, por lo que para mí mi comida favorita es la originaria de San Antonio Aculta, Oaxaca y Amanalco de Becerra, Estado de México. Uno de estos días se dio la coincidencia de que mis padres tenían que salir a sus respectivos pueblos a resolver algunas misceláneas,  en mis 30 años de vida nunca había pasado esto, así que en la noche tenía comida de estos dos lugares.

Para todo mal mezcal, para todo bien, también. De Oaxaca

No tenía otra salida que romper la dieta ese día, aquí les dejo como testimonio estas fotos, tomadas bajo el imperio de la emoción, y quizás ayudado por un par de mezcalitos.

Con sal de chapulín, de botana una encalada. De Oaxaca

No soy partidario de subir fotos de comida a la red, pero vamos, es mi blog y si quiero lo uso de calzones, por estos...

Queso, Tlayudas y encaladas. De Oaxaca

Ese día sentí mis dos raíces en mi estomago, ja ja. Bueno, no, pero la verdad disfruté mucho esta coincidencia, no creo que vuelva a darse.

Cecina de Amanalco de Becerra.

Pues eso es todo, vamos agarrar el ritmo de un post diario, ¿como ven?

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