lunes, 4 de septiembre de 2006

De la tristeza de las cosas

Hace muchos años, cuando era solo un infante, vi una película titulada “Los reyes del volante”, en la cual aparecía Chabelo como un niño malcriado que acaba de hacer su primera comunión, lleva cargando el pastel que le regaló su padrino y toma un taxi, conducido por Capulina, para regresar a su casa, durante el viaje, el niño se torna insoportable, hasta que el conductor le pregunta por qué no va acompañado, a lo que el niño responde “-nadie me quiere ni soporta, por eso estoy solo”, y mientras mira su pastel remata “-todo lo que tengo es este pastel”, acto seguido el taxi bambolea, pasa por un túnel, y el pastel se cae, quedando irremediablemente destrozado…


No se porque, sólo tenía seis o siete años, pero yo sentí mucha tristeza, ¿cómo asuntos tan triviales pueden esconder una tragedia?


El todo por la parte: un foco recién comprado que se rompe apenas intentamos colocarlo, la chica de pueblo que compra unos zapatos perfectamente anti estéticos, pero que con cariño ha escogido porque tienen cosida una rosa de tela; los dos pesos de tortillas que compra un albañil para comer solitariamente en medio de varillas y ladrillos; el perro que mira lánguidamente la orilla de la banqueta mientras respira por última vez; la mirada esquiva de una chica que llora en un vagón del metro, etc., etc.




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